El Concierto de Año Nuevo 2011

Franzie vuelve a casa

Hace ya varios años, volvía yo un día veraniego de un agradable paseo vespertino por el campo, y como tengo por costumbre al llegar a casa, encendí la radio y sintonicé Radio Clásica. En aquel momento, estaba sonando “La valse” de Ravel. Pero aquella versión de “La valse” sonaba un poco rara. El salón vienés surgía con demasiada claridad; los ecos del “Vals del tesoro” eran demasiado obvios. Aquello no parecía “La valse” de Ravel; el aroma impresionista estaba ausente casi por completo. En su lugar, había una alegría saludable, un ritmo muy marcado. El vals impresionista y “deconstruido” de Ravel, (tomo esta expresión de Luis San Martín), cedía el paso a la ortodoxia del vals vienés. Cuando terminó la interpretación, el locutor anunció que la versión era debida a la Orquesta Filarmónica de Viena, y que el director era… Franz Welser-Möst.

Franz Welser-Möst es un director bastante particular. Durante bastantes años, ha querido huir del intrigante ambiente musical austríaco. Ha buscado fortuna en Inglaterra, Suiza, Estados Unidos…, siempre tratando de escapar de la influencia vienesa. Pero parafraseando a Wotan en “La walkyria”, Welser-Möst quiso huir del espíritu vienés, pero el espíritu vienés nunca huyó de Welser-Möst. El estilo de este director siempre ha sido comparado con el de su maestro Karl Böhm, (austríaco de pura cepa), y las grabaciones que le han hecho más famoso son de obras de Bruckner, Mozart, y…, los autores de opereta vienesa. Todos estos precedentes, sin duda, le habrían dado en condiciones normales para hacer un Concierto de Año Nuevo de gran nivel, pero Nikolaus Harnoncourt partía de precedentes similares y sus dos conciertos son bastante decepcionantes.
En todo caso, no hay que olvidar que lo que le ha abierto a Welser-Möst las puertas del Musikverein ha sido su nombramiento como titular de la Staatsoper de Viena. Son los músicos de la orquesta quienes deciden quién ocupa el podio la mañana de Año Nuevo, pero todos los titulares de ese puesto desde 1980 han tenido alguna oportunidad para demostrar sus habilidades con esta música. Era el caso de Lorin Maazel, Claudio Abbado y Seiji Ozawa, con resultados irregulares. ¿Cómo resolvería la papeleta Welser-Möst?

En primer lugar, a los habituales del Concierto de Año Nuevo les habrá sorprendido el tono serio que se ha mantenido durante todo el concierto. A diferencia de otros directores, Welser-Möst no tiene la capacidad humorística de un Georges Prêtre o Willy Boskovsky. Es todo menos precisamente un showman. En 1990, afirmaba: “Mi único objetivo es hacer música; o mejor, dejar que la música se produzca del mejor modo posible” (la cita proviene de “El mito del maestro” de Norman Lebrecht). Esta actitud, desde luego, no ha cambiado.
Y sin embargo, el concierto ha sido bastante más convincente que algunos de los de los maestros más amantes del humor, (Mehta, por ejemplo). Resulta que, en efecto, Welser-Möst ha mamado una tradición musical, que casualmente es la que se necesita para un concierto como éste.
Entiéndaseme bien: con Welser-Möst, los valses no suenan demasiado sinfónicos, como les ha sucedido a lo largo de la Historia a tantos directores, (Barenboim, incluso el siempre alavadísimo Karajan). Precisamente por la seriedad que imprime al concierto, nunca resultan los valses frívolos, como también ha ocurrido a veces en este concierto. Y lo que sí está es el famoso rubato, ese rubato típicamente vienés que hace de esta música algo más que un conjunto de valses de feria.
Tómese, por ejemplo, “Die Schönbrunner”, de Joseph Lanner. Los coleccionistas de grabaciones históricas probablemente recuerden lo que hacía el genial Knappertsbusch con esta obra: convertía este vals en música de cervecería bávara. Sin embargo, esta mañana ha sonado muy camerístico: por momentos, me parecía que estaba tocando una orquesta de baile en un café típico vienés. Y también está otro elemento indispensable, como es la delicadeza. “Desde la lejanía», una rara pero deliciosa polka mazurca de Joseph Strauss, ha sido una auténtica lección de pausa, temple y la elegancia típicamente vienesas que tantas veces hemos echado de menos en este concierto.
También las polkas rápidas tenían una garra poco común. La polka “Furioso” sobre temas de Franz Liszt escrita por Johann Strauss Hijo, ha tenido esta mañana un impulso fáustico impresionante. Por cierto, el “Vals Mefisto número 1” del propio Liszt, (centenario obliga), ha sido también una gran demostración de refinamiento orquestal de la mejor ley.
Con todo esto, parecería que el disco y el DVD de este concierto serían más que recomendables para iniciarse en esta música. En teoría, un director que aúne casi todas las virtudes necesarias para dirigir las obras de los Strauss es, hoy por hoy, un bien escaso, una especie en vías de extinción. Si sumamos a una orquesta en estado de gracia, el concierto ha sido maravilloso. Pero el potencial no iniciado a esta música que se acerque a ella por primera vez no debe buscar en este concierto. Welser-Möst conoce demasiado bien el repertorio straussiano como para repetir las obviedades que se tocan año tras año, (más allá de las obligadas, claro). Del programa del concierto estaban ausentes “Vals del emperador”, “Cuentos de los bosques de Viena”, la polka rápida “Sin problemas”, “Rosas del Sur”…, y tantos otros valses y polkas mucho más conocidos. Esto no significa que los elegidos por Welser-Möst no tengan valor intrínseco, (la danza gitana de “La perla de Iberia” de Helmetsberger, por ejemplo, es una verdadera delicia), pero son menos conocidos e interesarán más a los que conozcan bien el repertorio básico de danzas vienesas.
Así pues, ¿dónde han de buscar los no iniciados? Pues bien, tienen dos opciones principales: o se van a grabaciones de ayer mismo o buscan en los archivos históricos, (no teman, tampoco son grabaciones de la Edad de Piedra). Por una parte, Georges Prêtre hizo un Concierto de Año Nuevo extraordinario el año pasado, quizá incluso mejor que el de Welser-Möst, y con un repertorio bastante más conocido. Y la otra opción la representan los históricos: los Kleiber, Willy Boskovsky, Karl Böhm, (sí, de él aprendió a valsear Welser-Möst, aunque él no quiera reconocerlo ahora), Ferenc Fricsay, Rudolf Kempe, el gran Knappertsbusch…, y tantos otros. Como se ve, la mayoría de los directores que he enumerado no han dirigido nunca este Concierto, y no se conservan muchos de los de Boskovsky. Pero muchos de estos directores han grabado varias veces en estudio el repertorio básico, y ahí están las verdaderas fuentes de conocimiento de la ciencia straussiana vienesa.

En todo caso, debemos alegrarnos todos los amantes de esta música. Después de muchos años de sequía valseadora, llevamos varios años con Conciertos de Año Nuevo interesantes…, y hemos asistido esta mañana a la ratificación de la vuelta de Welser-Möst a sus orígenes. Aquellas intrigas de las que con tanto ahínco Welser-Möst intentó huir, ahora las asume con naturalidad. Y es que Franzie, como se le llama familiarmente, ha vuelto a casa…, no sólo por Navidad.

Por otra parte, yo me uno a los músicos de la Orquesta Filarmónica de Viena, y os deseo a todos un magnífico año 2011. </strong>Y al igual que ellos, lo hago con música, usando dos ejemplos de una danza creada por Eduard Strauss: la cuadrilla. La cuadrilla es una especie de popurrí, que se solía escribir basada en obras conocidas del público. Los Strauss componían cuadrillas sobre temas de sus operetas, (por supuesto, para publicitarlas), y también sobre temas de otros compositores.

Incluyo aquí enlaces a dos vídeos procedentes de sendos Conciertos de Año Nuevo. En el primero de ellos, Maris Jansons dirige la “Cuadrilla de artistas”, en la que se reflejan los grandes hits del momento. Algunos de ellos, como “La africana” de Meyerbeer, hoy están más que pasados de moda. Pero muchos otros resultarán más que evidentes para ti, amigo lector, aunque no creas tener un oído suficientemente perspicaz.
Finalmente, Claudio Abbado dirige en 1992 una cuadrilla sobre temas de “Carmen”, de Bizet. Aquí, la mayor parte de las referencias son obvias. Por supuesto, hay citas del preludio de la ópera, de la habanera y de la canción del toreador, por citar las más obvias. No os lo perdáis, porque la interpretación es extraordinaria.
Ojalá disfrutéis de la audición de estas obras, y que el próximo año esté lleno de éxitos para todos.

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